lunes, 30 de septiembre de 2013

Una carta a Papá.





Muchas veces nos tomamos a la ligera a las personas que más nos importan y por eso, aprendí, o, mejor dicho,  estoy aprendiendo que por eso siempre debemos decirle a esa persona lo que la queremos, porque nunca estaremos seguros de cuando será la última vez que la veamos. Por eso, está no es sólo una carta al mejor papá, sino probablemente al amigo más incondicional que podre tener. 

Somos tan afortunadas de tenerte a nuestro lado enseñándonos tanto. Cada experiencia por pequeña que sea que hemos vivido contigo, nos ha dejado, por eso, siempre estás y pese a cualquier cosa que pase estarás con nosotras. 

Cada vez que te escuchaba rezar pidiendo salud, me enseño que realmente eso es lo único que importa y que si tenemos eso, todo lo demás lo podemos conseguir. Cada vez que te veo cumplir con tus responsabilidades aún cuando no te sientas bien, me ha enseñado que debo de ser responsable. Cada vez que te veo atender la casa y cuidar a todos los que vivimos en ella, sé que tengo que aprender a cuidar lo que tenemos. Cada vez que te veo preocuparte por nuestro futuro, quiero ser todo lo que puedo llegar a ser. 

Entonces, eres nuestro hogar, el mejor lugar al que sé que puedo volver cuando mis viajes terminen. La voz que nos empuja a seguir caminando con la cabeza en alto, el recuerdo de mis historias preferidas. Llevas dentro de ti un corazón inmenso, siempre atento, siempre bueno, siempre mirando por mi.   Eres increíble y mereces que te lo recuerden todos los días. 
Eres todas y cada una de esas cosas.     Y muchas más. 



Con infinito amor, tu hija: Alejandra. 






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