lunes, 12 de mayo de 2014

Uno no olvida, uno cicatriza.

Esta es una historia sencilla, aunque no fácil de contar. Intentaba convencerme que él nunca más volvería y el "te lo dije" duele más cuando te lo dices a ti mismo.  Los errores más caros son todos aquellos que nos cuestan tiempo; la madurez que necesitamos para entender y aceptar las vueltas de la vida no te la da la edad, la madurez la adquieres con todo el amor que has recibido y lo que aprendes a hacer con él.

¿Cómo seguir adelante a pesar de nosotros mismos? ¿Qué tan lejos estamos del que queríamos ser? , vamos buscando esas respuestas en todos los lugares, sin darnos cuenta que las sabemos incluso antes de conocer las preguntas, pues las llevamos con nosotros. Aquello que no necesita ser gritado a los cuatro vientos también nos define y al final, cuando comprendemos que tipo de personas somos, dejamos de necesitar que los demás nos comprendan.

No cambiaría nada, necesitaba aprender todo lo que aprendí.

Encontré entre mis recuerdos aquella frase a medio acabar que nunca tuve el valor de decirle. A veces me parecía que el alma no le cabía en el cuerpo y se le desbordaba por los ojos. y es que, yo estaba tan segura de amarlo a él, como él lo estaba de no amarme a mí. En ocasiones lo sigo buscando cada día, en cada nuevo hombre pero nadie consigue igualarlo. Todos son mejores.